jueves, 2 de abril de 2015

Envíame una señal.


En estos días estoy revisando mis finanzas personales. Algunos trabajos que estoy realizando están tardando en generarme el dinero que necesito por problemas y situaciones internas, lo que ha llevado a ajustar mi presupuesto y restringirme bastante.

Dentro de mis planes está el volver a estudiar, y para lo cual debo sacar una cantidad que supera un poco mi actual capacidad de gasto. No mentiré: el actualmente presentarme y poner mi firma en documentos me ha provocado un apretón estomacal de pesadilla!

Tanto así que, en todas las actividades que tenía que hacer previas a la inscripción, busque recibir alguna señal divina respecto de si estaba haciendo lo correcto. 

Quiero dejar en claro que soy un individuo altamente escéptico, y que un individuo con barba que irradia luz, flotando en una nube, es una perversa imagen del dios pagano Zeus, parte de la mitología griega. La creencia popular respecto de Dios (a quién me gusta llamar Jehová, una interesante descripción del judaísmo que indica a aquello que no puede ser nombrado) no me causa más interés que el resto de la mitología humana. y si, uso la palabra mitología con completo conocimiento de su significado.

Retomando el tema, pedía dicha señal cuando inmediatamente sonó una bocina (yo estaba caminando en la vereda). Entre risas personales, pensaba en lo interesante que resulta que, cuando uno comienza a buscar cosas, estas comienzan a aparecer. Mi cerebro se volcó a buscar estas "señales", con lo que me descubrí a un ciclista que tropezaba, un bebé que le decía algo ininteligible a su madre, otro bocinazo, y un recorrido en el que solo tuve semáforos en verde para cruzar las calles. Llegué a la hora exacta a donde tenía que estar y el resto del día funcionó como una máquina recién aceitada.

Ahora, extrapolando el asunto, y abusando un poco de la frase que relata "cuando el alumno está preparado aparece el maestro", realmente toda nuestra atención se enfoca en aquello a lo que nos concierne, lo que llama nuestra atención y nos interesa. Nuestros sentidos se afinan en pro de encontrar aquello que buscamos si es que lo deseamos lo suficiente. No es que puntualmente nos llegue un aviso de que estamos bien encaminados (o mal encaminados) en lo que participamos, sino que estamos tan dedicados a obtener una respuesta que todo aquello que afecta nuestra atención parece ser una; si es que esta señal esta relacionada al evento. En mi caso, buscaba algo que respondiera inmediatamente a mi pensamiento. Poco importaba que fuera, solo necesitaba que entrara en mi radar, gatillara mi atención y que mi cerebro comenzara a catalogarlo dentro de lo que era raro o no en mi usual andar.

En general las personas, creo, responden a dicha búsqueda con sus creencias. Cada uno moldea estas señales según la experiencia, las costumbres y la moral que tiene. Algunos son fáciles de satisfacer, otros somos más difíciles. Lo que si me es claro es que las señales solo aparecen ante quién las está buscando, y se mantienen imperceptibles ante quienes no.


¿Que señales has recibido, lector?
¿Y es por que la has buscado y realmente nunca antes estuvo ahí?

La verdad esta ahí afuera, solo hay que salir a buscarla y entender que probablemente sea distinta a lo que se creía en un principio.

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